Al mismo tiempo, la ofensiva de Tel Aviv contra la infraestructura energética arriesga una mayor subida de los precios, por ejemplo, durante el pasado sábado, un dron israelí atacó la planta de gas de Fajr Jam, que abastece al yacimiento de gas más grande del mundo, South Pars, el cual Irán comparte con Catar. Debido al incendio, la extracción de 12 millones de metros cúbicos de gas se detuvo temporalmente hasta que las operaciones se restablecieron.
Irán ostenta la segunda mayor reserva de gas natural en el mundo, al representar más del 17 % de los suministros mundiales, además de ser el tercer productor de este recurso después de los Estados Unidos y Rusia, lo cual le amplía su influencia en el mercado global. Además, es el cuarto productor mundial de petróleo, y nuevos ataques contra sus instalaciones petroleras podrían elevar aún más los precios y provocar inflación en países fuera de la región.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la inflación en las economías avanzadas aumenta aproximadamente 0,4 puntos porcentuales por cada aumento del 10 % en los precios del petróleo. En Latinoamérica, se prevé que algunas naciones sufran el incremento de los precios de los combustibles, toda vez que importan petróleo para cubrir su demanda interna. Ese aumento, a su vez, puede desequilibrar la balanza comercial y empujar la inflación, apuntan varios análisis.